¿Qué más necesitamos para despertar y participar en la construcción de una cultura de la dignidad de la persona?

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¿Qué más necesitamos para despertar y participar en la construcción de una cultura de la dignidad de la persona?

Los jóvenes somos idealistas, queremos cambiar el mundo y sí, lo primero que necesitamos para lograrlo es que confíen en nosotros y nos den las oportunidades.

Pero ¿qué queremos los jóvenes? ¿Qué sucede si no tenemos esas oportunidades, o qué más deseamos acceder o tener para despertar y participar en la construcción de esta nueva cultura?



1. Estabilidad: Necesitamos saber quiénes somos y qué queremos hacer.

Reflexionar sobre nuestro rol en las comunidades de participación y de memoria a las que pertenecemos, entender en dónde es que cabemos para desarrollarnos y desarrollar dichas comunidades. Formar un liderazgo positivo con base en los valores morales personales y de nuestras comunidades nos ayuda a irnos identificando como agentes de cambio positivo, lo que conlleva la gran responsabilidad (no siempre querida ni buscada) de ser modelos para otros que también quieren incidir en la vida cultural y política.

Dicho liderazgo comunitario debe estar basado en el conocimiento de la cultura a la que pertenecemos para verdaderamente extender lo positivo del presente a las futuras generaciones. No basta responder la pregunta ¿quién soy? a manera individual. No olvidemos que formamos parte de una cultura, que somos parte de un nosotros y que seremos sus promotores. Contestar la pregunta fuera de este contexto puede llevarnos a vivir ciertos valores o ciertas costumbres pero que, al no ser razonadas y personalizadas, pueden perderse (en cuanto cambiemos de comunidad o país, entre otras).

Una amiga canadiense me dijo algo así en una ocasión: “en Canadá tenemos muchos problemas porque no sabemos quiénes somos ni cuál es nuestro rol dentro de nuestra cultura o país porque no podemos contestar la pregunta como comunidad, tampoco es que sepamos más cuáles son las bases de nuestra cultura (si es que hay) o de nuestro concepto compartido de humanidad, de nuestras experiencias comunes.” Mi amiga continúo y me insistía la importancia de promover que en México los jóvenes, no sólo vivamos ciertos valores, sino que seamos capaces de entenderlos, ponerles un nombre, racionalizarlos, ejecutarlos con el corazón y la cabeza. No basta con ir a las comidas familiares de los domingos y por ende afirmar que somos una cultura familiar. Necesitamos entender por qué lo hacemos, cómo esto responde a la pregunta quién soy, quiénes somos todos haciendo esto, en qué basamos esta experiencia común familiar que fortalece nuestra cultura, a nosotros mismos y a nuestras familias.

En la medida de que podamos contestar esta pregunta personal y comunitariamente, podremos de un mejor modo entender qué podemos hacer y cómo podemos continuar construyendo e incidiendo positivamente en nuestro entorno.



2. Oportunidades: Necesitamos que los Estados y las comunidades nos ayuden a tener acceso a la educación y al trabajo. Una educación que nos ayude a desarrollar competencias y capacidades para no quedarnos atrás en un modo globalizado, que parece cada vez más lejano de la realidad de la mayoría de los jóvenes en nuestra región debido a la pobreza, la falta de recursos y acceso a lo más básico y elemental: acceso a agua potable, comunicaciones, caminos, alimentos, una vivienda digna, a la salud, a la higiene, entre otros.

Dicha educación nos dará oportunidades si nos permite desarrollar el Emprendedurismo social y empresarial. Ojalá que pudiéramos ser lo suficientemente creativos para también generar oportunidades personales y comunitarias. Como bien diría otra amiga mía, entender que la juventud es la época en la que más podemos arriesgar, en la que podemos aventarnos a darlo todo para innovar, para llevar a cabo proyectos sociales y productivos que a través de su puesta en marcha también nos crecen y educan en todos los niveles. Como cerraría Alicia aquí, con una mentalidad de oportunidades dinámica.



3. Sentido: Además de las oportunidades y la confianza necesitamos encontrarle un sentido al trabajo y a las oportunidades. Necesitamos encontrar respuestas a ¿Por qué trabajar, por qué estudiar? ¿Soy tan sólo perteneciente a un grupo poblacional, un engrane para el desarrollo o soy un protagonista que generará cambios en la vida de otros? Es importante también que podamos ver en personas concretas estos ideales encarnados, para alimentar una esperanza real que no se nuble por la corrupción o la impunidad.

Retomando la idea ya mencionada, necesitamos asumir la responsabilidad de que las siguientes generaciones de jóvenes mirarán al pasado y al presente en búsqueda de esos que ya fueron jóvenes para inspirar su trabajo, para llenarse de esperanza en que cambiar al mundo es posible.

Asumamos esta responsabilidad. Ayudémonos a encontrar la estabilidad que nos genera entender quiénes somos y dónde estamos. Tomémonos de las manos para no sólo exigir educación y oportunidades, sino también para ser agentes generadores de ambos. Seamos amigos y entre todos encontrémosle sentido a nuestra vida y a nuestras acciones. Busquemos ser una comunidad de amigos sabiendo que no estamos solos en esta lucha, para que Nuestro País, sus familias y los jóvenes presentes y futuros, nos atrevamos a vivir los valores personales y comunitarios, y empeñemos nuestra existencia en dejar el mundo mejor como lo encontramos.

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